Taxista en Lima

Decidí casi por un impulso que iba a realizar el viaje por el río amazonas aprovechando que me encontraba en Perú y mi visa tenía un mes más de vigencia. Solo tenía que llegar hasta Pucallpa, principal puerto de entrada al río Ucayali (Uno de los dos afluentes principales del amazonas). Salí del hotel atrasado para tomar el transporte público. Algunas veces viajar con Yunke tan pesado no facilita las cosas y se cae víctima de la pereza.

Cuarto de hotel en Lima

Noche en Lima previa al viaje a Pucallpa.

La calle frente al hotel estaba extrañamente vacía. A lo lejos una señora sentada en una banca me levanta la mano. Inicialmente no sabía si era conmigo la cosa. Veo alrededor. Soy el único aquí. De nuevo otra seña a la distancia y se pone de pie. Respondo al saludo y veo a la señora cruzar al calle de prisa. ¿Qué exactamente fue lo que quise decir con ese saludo? … no me da tiempo de pensar la respuesta, cuando un taxi aparece al final de la calle. Se detiene directamente frente a mi.

  • – ¡Móntese rápido que no puedo parquear aquí! Si me ven los policías me joden.

Me asomo por la ventana del taxi y me encuentro con la señora que hacía un minuto había saludado a la distancia. Obedezco sin vacilar. Dejo caer a Yunke en el asiento trasero y subo al vehículo que empieza el movimiento aún con mi puerta abierta.

– ¡Me la jugué solo porque usted me hizo señas que ocupaba taxi! -Me dice la conductora mientras se cruza la luz del semáforo en amarillo.-

– ¿Señas?… ah sí… yo estaba saludando y bueno…

– A esta hora y con el cierre por las manifestaciones es un infierno salir del centro de Lima. ¿Para donde va con ese bultote? 

– Voy a Pucallpa. Quiero bajar por el Ucayali hasta Iquitos.

– Muchacho, ¿Se volvió loco? ¿Por qué quiere hacer eso? -Mientras me observa asustada y me da un cigarro para que lo sostenga mientras lo enciende con su mano derecha-.

– Ando viajando por algún tiempo y quiero conocer el amazonas bajando por el río hasta Brasil.

– Yo no entiendo que son esas ideas tan raras de ustedes, los que andan con esos bultos. ¡Jamás dejaría que un hijo mío me haga una cosa de esas! Ese montón de peso, sin conocer a nadie, ¡no, no, no!. ¿Y si se enferma? ¿Ya tiene donde quedarse en Pucallpa? ¡Qué peligroso! -Mientras aspiraba profundo el humo de su cigarro-.

–  Aún no tengo donde quedarme, primero voy a ver si hay bus hoy para salir hacía allá.

– Ese río es peligroso muchacho. Todo el tiempo se hunden los barcos, la gente muere ahí. Hay muchos ladrones. Suben de noche y asaltan los barcos. Usted se ve que no es de aquí… tenga cuidado. ¡Pobrecita su mamá! -Sentenció para finalizar-.

Cambiamos de tema y seguimos hablando de otras muchas cosas mientras avanzábamos por las laberínticas calles de Lima.

Finalmente nos acercamos a la estación de buses. Bajo del taxi y abro la puerta trasera para sacar a Yunke. Pago el precio acordado y me despido de la señora a la que ya comenzaba a tomarle cariño por su sinceridad e historias. Ella me guiñe un ojo en señal de adiós mientras busca otro cigarro y me grita por la ventana: ¡Suerte en ese río!

Se aleja mientras yo quedo pensando que acabo de conocer un interesante único de está mega ciudad.

* No tengo una foto de la señora ni se su nombre, pero espero que la siguiente descripción haga justicia para imaginarla al menos en parte.

Señora taxista de Lima: Ronda los cincuenta y tantos años de edad, pero su rostro parece una década mayor. Flaca, tal vez demasiado. Piel morena y reseca. Conductora de taxi desde hace más de 25 años. Dedos largos y delicados, que facilitan sostener los cigarros que le sirven de arma para combatir el estrés de los embotellamientos y el frío en las noches limeñas. Tiene más historias de las que logra recordar. Se ha vuelto más sabia, despreocupada y directa con la edad.  Necesita lentes para conducir pero no gusta de ellos, así que prefiere jugársela como ella misma dice. Viste pantalón y una camiseta con el logo de Cusqueña, la cerveza nacional. Ha visto desde la ventana de su carro como la ciudad va cambiando a su alrededor y como cada día es más difícil ganarse la vida detrás de un volante.

Plaza de armas Lima

Plaza de armas de Lima por la noche.